lunes, 5 de marzo de 2012

HEGEL Y EL DESEO

El deseo es más bien una disposición, más aún un estar
dispuesto para la propia autorrealización. Ella está encaminada hacia sí y
tiene ante sí su propia esencia como meta. Todo lo que ella necesita,
debe estar plenamente disponible. El deseo no es una premura por
cualquiera cosa, pues él no quiere en último término nada más que a sí
mismo. Pero él tambien se lanza a la búsqueda de sí mismo, pues el
deseo todo lo quiere para sí y tiende a ello sin dejar ningún objeto que
pudiera querer para sí. De este modo se diferencia de las pulsiones
naturales particulares que sirven siempre a un equilibrio determinado. Su
avidez aparece no sólo como destructiva, sino fundamentalmente
autodestructiva.

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